Esta Viña alberga historias compartidas con la mina de Sewel y la diversión de sus ingenieros desde los años 1930, que acostumbraban a visitar lugares clandestinos en sus tiempos libres. De esto nace el “Clandestino” donde se jugaban juegos como el Monte con sus grandes apuestas y disfrutaban de grandes tertulias con mujeres de vida fácil. Estas historias quedan plasmadas en las ingeniosas etiquetas de su vino, el Dueño, la Madame, el Banquero y el Mozo de nuestros frutales tintos y las “malqueridas” Teresa, y Esther en nuestros dulces Rose. Viña escondida apuesta con una nueva experiencia en turismo enológico, donde se comparte vino, historia y comida en su restaurante “el clandestino”.